Medellín

23.06.2010 10:21

MEDELLÍN

ESCUDO

BANDERA

Historia de Medellín

Hace 10.500 años el Valle de Aburrá era recorrido por tribus de cazadores y recolectores. Cuando llegan los conquistadores españoles ya encuentran asentada una población nativa numerosa, que opuso poca resistencia. Eran aburraes, yamesíes, peques, ebéjicos, noriscos y maníes, que, se calcula, estaban allí desde el Siglo V a. C. Tenían grandes cultivos de maíz y fríjol, criaban curíes y perros mudos, tejían mantas de algodón y comercializaban sal. Y no desconocían la orfebrería. Bajo el dominio español fueron repartidos en encomiendas y desplazados de sus tierras. La deserción, el maltrato, las enfermedades y el duro trabajo intensivo en la tierra y las minas, en pocos años los diezmaron.

El mariscal Jorge Robledo se encontraba a mediados de agosto de 1541 en el que hoy se conoce como el municipio de Heliconia, en el occidente, cuando creyó haber visto que, abajo, entre las montañas, había un valle. Ordenó en aquel momento a Jerónimo Luis Tejelo que fuera a explorar, y el 23 de agosto, por la noche, éste llegó al terreno plano que había divisado Robledo. Los españoles bautizaron el valle como de San Bartolomé, aunque el nombre tomado después fue el de Aburrá, vocablo indígena que se traduce por “pintadera”, tal vez por el oficio textilero que ejercían.

La belicosidad y pobreza de los indios, así como la ausencia de riquezas, desalentaron el establecimiento de españoles en el valle de Aburrá. En 1574, don Gaspar de Rodas solicitó al cabildo de Antioquia cuatro leguas de tierra para fundar hatos y estancias de comida en el valle, y le fueron otorgadas tres.

El visitador Francisco de Herrera Campuzano fundó en 1616, con 80 indígenas, el Poblado de San Lorenzo, en el actual Parque El Poblado, en sí, se trató de un resguardo para la protección de los indígenas.

Debido a que las leyes de segregación racial impedían que en los resguardos indígenas se establecieran mestizos y mulatos y, también en razón de las precarias condiciones de habitabilidad de San Lorenzo, se realizaron trámites para la construcción de otro poblado en el ángulo que forma el río Medellín (antes Aburrá) y el arroyo Santa Elena, lugar llamado por los nativos sitio de Aná y por los españoles Aguasal.

Finalmente en 1646 se establece el nuevo poblado, el cual en 1649, después de la construcción de la primera iglesia de tapias y tejas, la cual fue consagrada a la Virgen de la Candelaria, el sito se comenzó a llamar con el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria de Aná. El sitio de Aná, donde se edificó dicho pueblo, corresponde actualmente al centro de Medellín, donde está el Parque Berrio, y donde se levantó la Iglesia de La Candelaria.

La pujanza de lo que hoy es Medellín contrastaba con el envejecimiento y empobrecimiento de la antigua capital, y los personajes sobresalientes de Antioquia empezaron a pasar largas temporadas en el valle, al tiempo que compraban aquí tierras.

Desde 1670 empezó a gestarse entre los habitantes de de La Candelaria de Aná el deseo de tener cabildo, lo que implicaba autonomía administrativa frente a la ciudad de Antioquia. El 20 de marzo de 1671, Francisco de Montoya y Salazar, gobernador de la Provincia de Antioquia, decretó la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Aná, considerado el más adecuado, pues allí encontraban reunidas más de treinta familias de españoles y otras tantas de mulatos y mestizos.

Esta fundación no tuvo el efecto que podría tener una dada mediante real cédula, además los habitantes de la ciudad de Antioquia se opusieron, pues intuían que su papel preponderante se vería disminuido con la erección como villa de aquel poblado, por lo cual se gestionó para obtener la confirmación en villa por mandato real.

Después de muchas disputas e intentos de los vecinos de la ciudad de Antioquia, en 1675 llegó la real cédula firmada por la reina regente, doña Mariana de Austria, fechada el 22 de noviembre de 1674. El 2 de noviembre de 1675 le correspondió al gobernador y capital general de la Provincia de Antioquia, Miguel de Aguinaga y Mendigoitía, proclamar la creación de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín.

Más adelante, el 9 de febrero de 1678 el Consejo de Indias le concede a la nueva villa las mismas armas de la villa homónima en Extremadura, pero la duración de estas armas para la villa la Candelaria de Medellín fue muy corta, pues el Rey Carlos II por medio de la real cédula dada en Madrid el 31 de marzo de ese mismo año concedió un nuevo y definitivo escudo.

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